sábado, 1 de diciembre de 2012

Fuego o muerte.


Si hablásemos con propiedad, el nazismo propiamente dicho no podría considerarse una dictadura. La RAE toma como definición formal de dictadura la siguiente definición: “Gobierno que en un país impone su autoridad violando la legislación anteriormente vigente mediante un predominio o una fuerza dominante total.” Remontándonos siete años atrás de la trágica Noche de los cristales rotos (Reichskristallnacht, para hablar con propiedad) encontraremos un gobierno liderado por Weimar en una crisis constante, debido a una sociedad que no apreciaba el sistema democrático. Así, tras perder unas primeras elecciones, el canciller de Alemania Franz Von Papen sustituyó a Kurt Von Schleicher(el que sería último canciller de Alemania) por un “fácilmente manipulable”  Adolf Hitler. El partido nazi atravesaba una etapa convulsa, había mermado su número de “diputados” a solo 196. Von Papen, haciendo eco de una ingenuidad sorprendente, cálculo un plan para que, durante el desastroso gobierno que el incapaz Hitler llevaría a cabo, cometer un golpe de Estado y afianzar así una nueva dictadura. Quizá, por vez primera en la historia, una dictadura habría salvado vidas…


El 30 de enero de 1933, Hitler sería nombrado Canciller de Alemania, y el plan de Von Papen parecía ir a la perfección. Con posterioridad a su nombramiento, Hitler pidió a Von Papen que disolviera el Reichstag, a lo cual este aceptó y se fijaron elecciones para el 5 de marzo de ese mismo año. Poco después a esto, se produjo el incendio del Reichstag, culpando a los comunistas y especialmente a Marinus van der Lubbe de ello. Bajo mi punto de vista, esto no fue más que lo que se denomina en términos bélicos una operación de bandera falsa, perpetrada por Hitler y Göering con el fin de dar el estado de alerta, para así demandar que Hindenburg firmara el Decreto del Incendio del Reichstag, aboliendo la mayoría de las disposiciones de derechos fundamentales de la constitución de 1919 de la Republica de Weimar. Parece que Hitler no era la marioneta de Von Papen como él pensaba (aunque puede que lo fuera de Dietrich Eckart, pero eso es otra historia, mucho más controversa). Tras esto, Hitler pidió total poder al Reichstag. Von Papen, una vez más, veía como sus planes marchaban, Hitler fallaría y él se alzaría nuevamente con el poder total. Pero Hitler, a pesar de ser partidario de una dictadura, no estaba dispuesto a implementarla a favor de ningún otro. Tras la reunión de los parlamentarios, estos decretaron que era necesario darle total poder a Hitler, con las palabras “Los poderes totales… o fuego o muerte”. Solo los socialdemócratas se opusieron, cual profetas del fin que aguardaba tras esta decisión.  En tono desafiante, Hitler respondió a los socialdemócratas con la siguiente “Ustedes ya no son necesarios… la estrella de Alemania se alzará y la de ustedes se hundirá. La hora de su muerte ha sonado”.

Con una Alemania bajo el yugo total de Hitler y el nazismo, Von Papen tuvo que conformarse con un puesto de vicecanciller, donde su importancia sería tal que fue nombrado inocente en los juicios de Núremberg. Adolf Hitler pasaría, en el período de unos meses, a nombrarse Führer del Reichstag de los mil años, formalizando un “gobierno” nacionalsocialista que llegaría a su culmen en 1939, año en que, como indiqué antes, pondría sangre y fecha al inicio de de la invasión de Polonia. En resumidas cuentas, el carácter chulesco y la arrogancia de Von Papen hacia un no tan inexperto Adolf Hitler provocaría, junto a otros muchos factores, el comienzo de la etapa más oscura del S XX, la Segunda Guerra Mundial. 








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