Ayer volví a soñar. Después de todos los acontecimientos
sufridos en este corto espacio de tiempo, conseguí viajar de nuevo a los
lugares más siderales de mi ser. Fue algo grandioso, tan hermoso e imposible
que sería incapaz de describirlo en escasas líneas. Allí encontré la verdad, hallé
la realidad, busque mis sentimientos y descubrí que los poseo.
Anduve junto a Malcom X, recapacitando y apreciando su
rostro, iluminado, cuando conocía la situación de su pueblo en la actualidad.
Este me ayudo, sin yo saberlo, a descubrir la Verdad oculta tras las personas,
esa Verdad invisible, pero que lucha por salir y mostrarse cual pez nadando a
contracorriente. Con una gran sonrisa, le deje escapar de mi sueño, ya que
tenía que seguir avanzando, el tiempo apremiaba.
Avanzando, suponía extrañas formas a mi alrededor, entre ellas
Miedo, Olvido, Sufrimiento y, encabezando esta cruzada, el más mortífero
de los cuatro, Ignorancia. No sin esfuerzo, deje atrás a estos cuatro colosos y
comencé a escuchar una hermosa canción, extrañamente familiar y a su vez
distante. Se hacía llamar Cooke, y su presencia me hizo dudar de mis más
antiguas creencias. Probablemente no estuviera con el mas de cinco segundos,
pero las habilidades que me transmitió me hicieron creer que había conseguido
detener el tiempo. Cooke me brindó la posibilidad de entender la Realidad, la
Realidad de las cosas bellas, puras y hermosas.
Una vez que fui capaz
de asimilar en su totalidad los conceptos aprendidos, escuché en la distancia
dos quejidos, similares a un par de leones agonizando. Entendí pues que había derrocado
a dos de mis captores, Miedo y Sufrimiento. Deje de temer lo distinto. Deje de sentirme solo.
Embravecido, me dispuse a proseguir mi camino, pero un terrorífico
sonido desgarró los umbrales de mi letargo, provocando que mi personal universo
se resquebrajara. Era él, era Olvido, el segundo de los cuatro hermanos. Quería
hacerme desaparecer, quería desintegrarme, quería extinguirme, quería que fuese
olvidado.
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