Terror.

Estoy asustado. Asustado de mis pensamientos. Asustado de mis sueños, de mis falsos recuerdos y de mis futuras memorias. Asustado de mí como ser vivo no pensante.

La única razón que consigue levantarme cada mañana es aún desconocida para mí. A menudo, pienso e imagino mi realidad…distante a la realidad lógica del mundo. El tiempo adopta un significado mucho menos importante, dando lugar a secuencias infinitas de pensamientos, troncales entre sí, pero siempre difiriendo en un mismo e inexplicable final, la vida y la muerte.

Tengo miedo, miedo de que alguno de mis sueños se cumpla. Miedo de los fugaces seres que pasan por mi mente. Miedo a mi futura bipolaridad. Miedo a morir sin poder llevar a cabo los actos de los que espero ser testigo y creador.

¡No! ¿Por qué esta tortura? ¿Por qué no puedo dejar de sentir, de conocer, de saber y de aprender? ¿Por qué me sigo flagelando con los mismos imposibles existentes desde que el Sapiens es Sapiens Sapiens? Porque…porque… porque soy humano, y como tal, mi infinita ignorancia me apena y me humilla, provocando en mi la tristeza de ser incapaz de conocer ni la mas ínfima parte del conocimiento universal.

Mentiría si dijese que este hecho no ha hecho más que acrecentar mis maquiavélicos pensamientos. Mentiría si dijese que nunca he charlado con la Parca, de igual a igual, dubitativa ante mi escritorio. Mentiría si dijese que creo en algo superior a mí, pero a su vez, mentiría si dijese que, en ocasiones, no me he sentido observado, siendo estudiado al igual que yo estudio el comportamiento de unas hormigas en un hormiguero de cristal.

Afortunadamente, nunca podré dejar de preguntarme estas cuestiones, por lo que sonrío. Sonrío por tener la capacidad de pensar. Sonrío por poder sentir, aprender y dudar. Sonrío por encontrar todos estos interrogantes. Sonrío por ser un ser vivo pensante. Sonrío, por la vida; por mi vida; por la humanidad.